Por medio de los votos de cuatro de sus magistrados, el Tribunal Constitucional (TC) declaró la constitucionalidad de las corridas de toros y de las peleas de gallos. Más allá de que resulta muy discutible que solo cuatro personas decidan sobre este y otros asuntos polémicos, las reglas estaban dadas luego de que, en septiembre del 2018, más de 5 mil personas demandaron la inconstitucionalidad de una disposición final incluida en la Ley de Protección y Bienestar Animal.

Este punto excluía de protección a las corridas de toros, peleas de toros, peleas de gallos y demás espectáculos declarados de carácter cultural. Hay opiniones a favor y en contra. En Trujillo hubo incluso hasta hace unos años corridas de toros donde hoy se levanta un centro comercial llamado, paradójicamente, Mall Plaza de Toros. Pero su cierre no ocasionó ningún descalabro en una afición reducida y estacional, como en todo el Perú.

Hay una página en Facebook, “Trujillo Taurino”, integrada por al rededor de1.800 participantes, que ayer celebró la decisión del TC. Eso sí, existe una afición gallística algo mayor, también con una página en esa red social llamada “Gallos & Galleros de Trujillo-Perú”, con 2.800 miembros. Esta actividad se da con mayor dinámica porque los criadores necesitan menos inversión y las peleas se dan a lo largo de la costa y sierra de La Libertad. En Trujillo mismo hay dos coliseos de gallos, Libertad y Santa Rosa, con una actividad permanente. Obviamente, ambas aficiones son diferentes.

Las peleas de gallos son menos ceremoniosas y duran menos que la lidia de un toro bravo. En algunos pueblos del interior de La Libertad se celebran estas corridas de toros, sobre todo en las fiestas patronales algo que es común, asimismo, en diversas comunidades de todo el país también son muy aceptadas por la población. Hay, además, todo un movimiento económico alrededor de las corridas de toros, que dan trabajo estacional y temporal a muchas personas. Convengamos, sin embargo, que el movimiento antitaurino ha crecido mucho en los últimos años. Hay diversos colectivos que han ido haciendo campaña para que las corridas de toros y peleas de gallos sean prohibidas. Lideran esa corriente los movimientos de animalistas.

Si hiciéramos una encuesta a nivel nacional, estamos seguros de que habría más personas en contra que a favor de las corridas de toros y peleas de gallos. Más allá de todo, esta preocupación es legítima y atendible. Ocurrirá por tanto lo que es inevitable: la disminución de unas manifestaciones que forman parte de nuestra herencia cultural.