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Por: Redacción La Industria

TRUJILLO

Publicada el 25/05/2020 - 08:33 AM

[EDITORIAL] La nueva normalidad costará mucho


La sensación de que se puede salir a las calles, recuperar algunas libertades y reanudar la vida normal de antes no escapa a los parámetros establecidos por el gobierno central

Desde que arrancó este duro confinamiento no ha habido una fecha tan certera como la de hoy para marcar un punto de quiebre de esa circunstancia. El 25 de mayo ha quedado como el plazo para reiniciar las actividades. No así en La Libertad y en otros departamentos donde las restricciones se mantienen.

No obstante esto, la sensación de que se puede salir a las calles, recuperar algunas libertades y reanudar la vida normal de antes no escapa a los parámetros establecidos por el gobierno central. Hay, por cierto, una necesidad de empezar a trabajar y de agenciarse de ingresos que rompe con la realidad del duro encierro. La población peruana en general aprecia a través de los medios cómo los demás arriesgan su salud, y por ende la vida, al hacer tal cosa.

El patógeno de la covid-19 acecha por todos los rincones y no es cierto que haya disminuido ni en sus tasas de contagio ni en su feroz virulencia. Así y todo, la gente saldrá a exponerse. No hay, empero, visos de que el Ejecutivo tome las medidas que no adoptó en todo esto. Como la semana pasada en que decidió que las salidas de niños y adolescentes sería por regiones, zonas, distritos y sectores puntuales (generando expectativas y frustraciones de último momento), no existen posibilidades de que se fortalezca el debilitado principio de autoridad. A cambio de las restricciones que todos padecemos, pueden relajarse las conductas.

Esa parece ser la lógica y hasta la consigna del gobierno. El problema es que compensar de ese modo no ha dado resultados positivos en ninguna parte. Menos funcionará, por tanto, en una sociedad indisciplinada e informal. Cabe esperar entonces una elevación de los contagios y un gana tiempo por parte del gobierno que apunta a mejorar la escena sanitaria. No mucho más que eso hasta el final de junio próximo.

Dependerá entonces del grado de conciencia al que haya llegado un porcentaje minoritario de la población para frenar un crecimiento que se nos antoja peligroso y amenazador. No hay estrategia posible y menos si no hay respaldo nacional, como no lo hubo durante la fase 1 de reactivación. Lo mejor será disminuir el riesgo con actitudes ciudadanas personales y familiares que pueden funcionar a riesgo de enfrentar, eso sí, un deterioro económico que ya hizo mella a todos. Si vamos a ir de la mano con esa realidad, cabe exigir de parte de las autoridades locales y regionales medidas que vayan en consonancia con el correlato durísimo que experimentamos hace dos meses. Es decir, no autocomplacerse con cierres temporales de los puntos de contagio más conocidos por todos. Por el contrario, hay que ampliar las restricciones por cuenta y riesgo propios. Tampoco no más ablandamientos por parte de las Fuerzas Armadas (aunque hayan sido disminuidas en su autoridad) a falta de una policía golpeada por las denuncias de corrupción que la socavan. Las denuncias aparecerán otra vez estas dos semanas, donde habrá una ganancia de pescadores que ya avizoramos.


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