Históricamente la derecha en el Perú es histérica. Lo demuestra ahora al poner en práctica el miedo como estrategia para desacreditar al candidato Pedro Castillo. Steven Levistky, el politólogo y profesor estadounidense, especializado en asuntos de América Latina, fue duro esta semana en un programa digital dirigido por Renato Cisneros y Josefina Townsend. Castillo-dijo Levistky- es el nuevo Fujimori, pero en nuevos tiempos. El comparativo quizá sirva para escenificar lo ocurrido en 1990 con el tsunami electoral del chino, quien, luego de sentarse en Palacio, hizo todo lo contrario a su prédica de campaña. El resto es historia y la derecha y los ricos en el Perú lo celebraron hasta hoy. Sin embargo, deberían dejar el nerviosismo pues su situación en la región es envidiable. Con información de la consultora Knight Frank hasta el año 2016, el 1% de la población más pudiente en América Latina mantiene el 42% de la riqueza y tiene mayor participación que en las regiones europeas, Asia Pacífico y ligeramente superior a América del Norte. El 2016, Venezuela- sí el país chavista- Brasil, Perú y Chile, fueron las economías con mayores niveles de concentración de riqueza en pocas manos. El índice de desigualdad (o índice Gini) donde 0 significa que ingreso y consumo está repartido razonablemente entre toda la población y 1 el que se come solito toda la torta, es perturbador en América Latina, incluido lógicamente Perú. En el periodo 2010-2016 ese índice fluctuaba entre 0,7 a 0,8. En el norte de Europa, Dinamarca, registra apenas el 0,35, la mitad de lo que acaparan los adinerados en nuestra región (Alarco y Castillo, 2020). Ambos investigadores estiman que hay unos 17 mil millonarios en el Perú, y, de ellos, 800 con más de 10 millones de dólares; otros 300 peruanos tienen más de 30 millones, 37 personas con más de 100 millones de verdes y al menos 5 ciudadanos acumulan más de mil millones. Estos últimos son los billonarios de la patria y ninguno aparece en la Encuesta nacional de hogares (Enaho), y menos en los 10 primeros puestos de los hogares más ricos del Perú. Es decir, el 1% que más plata tiene en el país no existe para la data oficial del Estado. Esta disparidad en la concentración de la riqueza es el meollo de la cuestión del péndulo político-social que recorre América Latina y que ahora nos tocó la puerta. Si no, que lo digan los nadie, los ninguno, las pulgas que quieren comprarse un perro en las regiones más pobres del país…y no pueden.