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Por: Redacción La Industria

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Publicada el 18/06/2021 - 01:14 PM

[Opinión] Castillo, Paco Yunque y la disputa de un botín, por Víctor Jara


Somos un país multiétnico, multilingüe y pluricultural, y todos deben las mismas oportunidades sin un centímetro de improvisación.

Parecen serlo, pero no son lo mismo. Paco Yunque es un niño de origen campesino, humilde y tímido, pero hizo el mejor trabajo que Humberto Grieve le robó para ser proclamado como el alumno número uno del primer grado. Castillo ha ganado las elecciones con uno de los peores planes de gobierno, pero en palabras de Steven Levitsky, el virtual presidente del Perú “es un mestizo provinciano de muy fuera de Lima, que no tiene nada que ver con alguna red de la élite limeña”.

Sin embargo, así como en su primer día de clases, con su libro, cuaderno y lápiz en mano, Paco Yunque se adentró en el aula para sufrir en carne propia la viveza, humillaciones, maltratos y golpes del niño rico y poderoso; hoy Castillo, al margen de sus enormes debilidades, ideas desfasadas y su cercanía con Cerrón, quizá sin saberlo ni importarle, parece enfrentarse a esa misma “estirpe” que muy bien retrató Cesar Vallejo en Paco Yunque hace más más de 90 años.

Y digo al margen de sus debilidades, porque Castillo con ese plan de gobierno no merece ser presidente. La democracia, esa que debemos cuidarla como las pupilas de tus ojos, es respetar la voz de la mayoría y más del 50 % de peruanos ha apostado por el hombre Chota. Sin embargo, hay un grupo de empresarios con ideas rancias que está dispuesto a todo con tal de evitar que Castillo se ponga la banda presidencial. 

Sí se trata de los de arriba, esos poderosos que hoy les apesta que un peruano con el perfil del Castillo sea el mandamás del Perú en nuestros 200 años de independencia. Y claro, junto a esa casta también están los otros, los que quieren seguir cuidando sus negocios, burlando la justicia y disfrutando del “vivo vive del sonso y el sonso de su trabajo”.

Castillo no es garantía de nada, sigue siendo un real peligro para el Perú. Castillo tiene un horroroso plan de gobierno. Con Castillo parece más fácil caer en lo más profundo que intentar salir del abismo. 

Al margen del espantoso proyecto del Castillo, el Perú pierde valioso tiempo al no proclamar a Castillo como presidente electo. Y claro, mientras las reglas de juego no estén claras, nadie puede arriesgar a tomar decisiones. Estamos bajo una enorme incertidumbre, todos especulan y las empresas no se deciden a seguir apostando por el país. Bajo un escenario incierto, todo se paraliza y la factura nos llega meses después con un altísimo costo social.

Castillo es el presidente electo y debe ser proclamado como tal. Mientras más dure la incertidumbre, más oportunidades se podrían estar esfumando, aunque ni el propio Castillo sabe cómo será su gobierno. Una vez proclamado, el Perú debe exigirle que abandone esas vetustas ideas que solo nos harían retroceder medio siglo. 

Los que creemos en la democracia, sabemos que el Perú no es un botín ni propiedad de unos cuantos personajes. Somos un país multiétnico, multilingüe y pluricultural, y todos deben las mismas oportunidades sin un centímetro de improvisación.

A Paco Yunque le robaron su trabajo y terminó llorando. ¿Qué pasará con Castillo?


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