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Juan Vásquez Sánchez es catedrático y periodista.

Por: Redacción La Industria

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Publicada el 06/11/2021 - 01:04 PM

[OPINIÓN] Poderes diluidos, por Juan Vásquez Sánchez


A 100 día del gobierno de Pedro Castillo el balance y escenario es sombrío. Enfrenta oposición radical no solo de perdedores de las últimas elecciones presidenciales, también de un sector de Perú Libre, el partido que lo llevó al poder.


A 100 día del gobierno de Pedro Castillo el balance y escenario es sombrío. Enfrenta oposición radical no solo de perdedores de las últimas elecciones presidenciales, también de un sector de Perú Libre, el partido que lo llevó al poder. Es, en toda la expresión, un “poder diluido”, fenómeno que los sociólogos y filósofos han advertido desde hace tiempo, pero que la clase dirigente, económica o política, no le toma sentido. 

El Congreso de la República, su más claro contendor, es otro poder diluido y no quiere darse cuenta. Acusan a Castillo de no estar preparado para manejar las riendas del Estado y razón no les falta. Sin embargo, los parlamentarios-la mayoría, incluida su propia presidenta- no pueden tirar piedras a su techo de vidrio, pues la improvisación, apetitos e intereses particulares no les falta, les sobra. Castillo-dicen- intenta quedar bien con todos y, al final, queda mal con los empresarios y con sus propios votantes. 

Los resultados de las últimas encuestas de opinión pública permiten una lectura que debería alertar a Castillo: la desaprobación de su gestión supera la aprobación y, en el sur, especialmente en la sierra en los sectores más empobrecidos, ambos, los que aprueban y desaprueban están empates. El maestro rural va perdiendo simpatía y votos en sus bastiones que lo catapultaron electoralmente. 

Bien reflexionaba el sociólogo polaco Zygmunt Bauman al sostener que hemos ingresado a una sociedad sin hombres y compleja; es decir, sociedades inabarcables, en constante lucha entre lo cercano frente a lo lejano, lo familiar contra lo extraño, lo amigo contra lo enemigo. Somos una sociedad abierta, con una alta permeabilidad social y multicultural. Somos, en suma, una sociedad con poderes diluidos o una sociedad desdibujada o sin rostro, tal como lo etiquetó Habermas, otro científico social de origen alemán. 

La pandemia ha empeorado el panorama del país que ya venía desdibujándose en la última década. Las protestas sociales en Chile, nuestro referente económico más cercano en Latinoamérica no fue comprendidas a tiempo porque en el Perú la crisis política que alentó el fujimorismo y otras fuerzas políticas retrógradas desde el Congreso, impidió la claridad de las políticas nacionales. 

Tenemos entonces a un presidente devaluado en 100 días de gobierno, pero, igualmente, a un voraz parlamento que construye lentamente un camino pedregoso para la vacancia, a cierto sector del empresariado que conspira abierta y delictivamente contra la figura presidencial y, a una población que no resiste más. Y ninguno de estos poderes, incluido los fácticos sociales y políticos, se esmeran por una salida, como en Chile: el consenso, el pacto social, única salida en esta era de los poderes diluidos, líquidos.



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