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Por: Redacción La Industria

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Publicada el 20/05/2022 - 01:01 PM

[Opinión] Cambio de chip, por Juan Vásquez


Buscamos precisar el objeto de estudio de la comunicación en sus variadas especialidades para hablar con rigurosidad y obviedad de los estudios de la comunicología y, por supuesto, quien lo ejerza será un comunicólogo.

Jack Trout, el prestigioso publicista y marketero norteamericano que revolucionó la teoría del posicionamiento tiene un clásico titulado “En busca de lo obvio” (2008), que retoma, a su vez, un estudio de Roberto R. Updegraff (1889-1977). La guía de la propuesta es el sentido común, lo simple. Sus pautas, según Trout, entre otras: a) Nada de egos, b) Evitar las ilusiones, c) Escuchar mejor y d) Ser cauto. Desde estas reflexiones, el debate iniciado por la creación del Colegio de Comunicadores del Perú, merece explicarlo desde otra arista más rigurosa, siguiendo la teoría de lo obvio. Casi todos sabemos que las ciencias naturales constituyen un conjunto de disciplinas que estudian la naturaleza y sus fenómenos. La biología, por ejemplo, examina a los seres vivos; analiza su estructura, funcionamiento, evolución y relaciones. En cambio, las ciencias sociales investigan al ser humano y sus comportamientos con los demás. Subyacen aquí otras disciplinas científicas que reflexionan en torno a la evolución de las sociedades como la arqueología, historia y demografía; la interacción social a través de la economía, sociología, antropología, educación, derecho y la comunicación social, entre otras, o el sistema cognitivo desde la psicología, la lingüística, etc. De este modo, al científico de la biología le llamamos biólogo, al de arqueología, arqueólogo y así por el estilo. Aun cuando es obvio, el propósito de cada ciencia (o el objeto de estudio como le llaman los académicos) es lógicamente la llave maestra para comprender determinada ciencia, en relación con sus fenómenos particulares. Estas evidentes precisiones surgen a raíz de la discusión teórica iniciada hace 74 años cuando los norteamericanos Shannon y Weaber presentaron su famosa Teoría Matemática de la Información. Desde entonces la comunicación significó una evolución conceptual y metodológica que permitió- paralelo al auge del industrialismo y a las nuevas tecnologías- la proliferación de las Escuelas de Periodismo y luego de las carreras universitarias de Ciencias de la Información, en unos casos o de Ciencias de la Comunicación, en otros. Pero la identificación del objeto de estudio, piedra angular y científica de la comunicación, ha sido siempre nuestro talón de Aquiles. Científicos sociales de la comunicación como los españoles Manuel Martín Serrano y José Luis Piñuel y, el mexicano Luis Jesús Galindo, han consolidado en más de 50 años un amplio aporte teórico hacia la consolidación de lo que denominan la “comunicología posible: hacia una ciencia de la comunicación”. En ese tránsito estamos. Buscamos precisar el objeto de estudio de la comunicación en sus variadas especialidades para hablar con rigurosidad y obviedad de los estudios de la comunicología y, por supuesto, quien lo ejerza será un comunicólogo. De modo que la nomenclatura de los gremios profesionales en el caso nuestro deberá también modificarse para consolidar o dar nacimiento a colegios profesionales que incorporen a los comunicólogos en sus diversas vertientes y especialidades profesionales. Ya contamos con dos pilares: el Colegio de Periodista y el de Relacionistas Públicos. Necesitamos cambiar el chip y, probablemente, los egos intelectualoides y hasta las ilusiones.


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