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Por: Redacción La Industria

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Publicada el 22/07/2022 - 10:07 AM

[Opinión] ¡Cómo dueles, democracia!, por Juan Vásquez


Si a estas alturas del año el gasto en ejecución presupuestal en proyectos de inversión del gobierno nacional es sólo el 29.3%, cifra oficial del MEF hasta el miércoles último, lo único que se puede decir es qué desperdicio.

¿Por qué nos lamentamos de la erosión de la democracia en el Perú? Las respuestas son muchísimas. Si a estas alturas del año el gasto en ejecución presupuestal en proyectos de inversión del gobierno nacional es sólo el 29.3%, cifra oficial del MEF hasta el miércoles último, lo único que se puede decir es qué desperdicio. Qué expliquen por qué los 25 gobiernos regionales han gastado sólo el 26 % del total de sus presupuestos de inversiones. Igual sucede en los 196 municipios provinciales que invirtieron apenas el 31%. ¿A quién le echan culpas? Por supuesto, al Ejecutivo. Pero cuando tenemos “autoridades” sin visión y, menos, gestores del cambio, como en el caso de la región La Libertad, los lamentos se multiplican y, desde esa perspectiva, la precariedad de los gobernantes juega en contra de toda democracia. Basta con repasar la inseguridad en las calles, lo horroroso de los servicios públicos, la escasez de trabajo y la fragilidad de la economía de amplios sectores de la población, para percatarnos lo mal que estamos. ¿Para qué sirven entonces las elecciones de un presidente en el país, de congresistas, gobernadores y alcaldes, cada 5 o 4 años? ¿Por qué nos esforzamos en tener elecciones libres y transparentes, cuando una vez “elegidos” y sentados en sus “palacios”-desde el nacional hasta el municipal- sus familiares, compadres y amigotes comienzan a exprimir el aparato del Estado, sin vergüenza alguna? ¿Han servido las legislaturas del Congreso de la República en las últimas cuatro décadas? ¿Promovieron el fortalecimiento de la democracia los congresistas y sus presidentes de los últimos periodos, desde Galarreta hasta la de Alva? ¿Homenajear a los congresistas Galarreta y Merino, el primero rabioso fujimorista y el segundo salvado por sus colegas de enjuiciamiento político por los luctuosos sucesos de noviembre del 2020, abona a la democracia representativa en el Perú? ¿De qué sirven los tribunales si la impartición de justicia reproduce las desigualdades sociales?, se preguntan con justa razón los sociólogos José del Tronco y Alejando Monsiváis, abonando más leña al fuego. Al parecer asistimos a una defraudación de la democracia, no solo en el Perú, sino en toda América Latina. La ciudadanía desconfía de sus instituciones y, por supuesto, de sus gobernantes y políticos. Escuchar ahora ¡que se vayan todos!, es asistir a un escenario de hastío, de pesadumbre, pero de descontrol social muy peligroso. Instigar desde el actual Congreso-por enésima vez- en interrumpir el mandato presidencial sin haber probado jurídicamente nada, es minar la democracia. De igual modo, descalabrar la figura presidencial como lo viene haciendo el propio Castillo, con sus entuertos familiares y escasa transparencia, es antidemocrático. Cuando la ciudadanía se entera que los integrantes de la mesa directiva de actual Congreso, cuyo periodo ya concluyó, seguirá recibiendo durante 6 meses más resguardo policial, vehículo con chofer y gasolina, lo único que puede expresar es: ¡cómo duele nuestra democracia en el Perú!


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