El reciente pronunciamiento de la Asamblea Nacional de Gobernadores Regionales y un conjunto de organizaciones civiles, empresariales y sindicales, respecto a la crisis política en el país, toca muchas aristas y responsabilidades que apuntan a la supervivencia de la democracia en el Perú. 

Los voceros de ese amplio colectivo dicen que entregarán primero sus propuestas ante el Ejecutivo y Legislativo instándolos a designar un gabinete de recuperación nacional y ejecutar reformas básicas en el sistema electoral. Si eso no funciona, plantean evaluar el adelanto de elecciones generales en 30 días. 

No es poca cosa lo que piden, pero ¿gabinete de “recuperación nacional”? ¿Y quiénes serían y cómo se conformaría ese gabinete? ¿Qué poder del Estado lideraría la iniciativa para “recuperar el país”? ¿Este Congreso cuya única agenda política es vacar a Castillo? ¿El zarandeado gobierno de Pedro Castillo que ganas no le falta para cerrar al maloliente Congreso? 

¿De qué reformas electorales se habla cuando el actual Legislativo modifica las reglas de las actuales elecciones regionales y municipales suspendiendo los comicios primarios y permitiendo la inscripción partidaria cuando el JNE ya había cerrado su cronograma? 

Días atrás los obispos del Perú ya habían puesto el dedo en la llaga. Públicamente hicieron un llamado a los poderes del Estado a dialogar y superar este enfrentamiento entre Legislativo y Ejecutivo que “está dañando gravemente la democracia, generando división y conflicto entre peruanos”. Y expresaron que es decepcionante que el Perú sea uno de los cuatro países con el mayor índice de percepción de corrupción en América Latina que carcome no solo al gobierno, sino al Congreso y al sistema de justicia nacional. 

Triste diagnóstico de la Iglesia Católica pero el Estado Peruano cuenta, pese a sus defectos, con sus propios mecanismos de regulación democrática. ¿Qué falta? Probablemente una especie de Fray Martín de Porres que junte a perro, pericote y gato y logre el milagroso convite en un solo plato. ¿Quién o qué institución sería? Es una aventura proponer. Podría ser un representante de la Iglesia Católica pero también de los no católicos. 

En esta discusión sobre la democracia, el politólogo estadounidense Robert Alan Dalh expresaba que “es fácil soñar con escenarios, pero imposible saber sus consecuencias”. 

Propone entonces los siguientes desafíos: a) Alcanzar un equilibrio deseable entre las necesidades del sistema político y económico; b) ¿Cómo obligar a las élites políticas y económicas nacionales e internacionales a que sean suficientemente responsables para que sus decisiones sean consecuentes con los valores democráticos básicos y con la igualdad política?; c) Reconocer que la diversidad cultural tiende a estimular conflictos extremadamente difíciles de resolver pacíficamente por medio de discursos y compromisos, que en el fondo pueden dañar derechos democráticos y oportunidades y c) Fortalecer la competencia cívica de los ciudadanos y aspirar a tener un ciudadano suficientemente bien informado que reconozca sus propios intereses y sus opciones políticas que más lo promuevan. ¿Es difícil en el Perú acometer estos desafíos de Dalh para fortalecer nuestra democracia?