Con tan solo quince años, Mariano Rafael Silva Jara-Almonte (MaRSJA), ha sabido conducir sus singulares gustos musicales hacia otro rumbo generacional, un particular público acostumbrado a la inmediatez de las canciones de moda.

Totalmente alejado del reguetón, el trap, el pop urbano y demás cadencias propias de este siglo, su gusto por la balada romántica de los 70 –así como también de aquellos boleros de antaño que escuchaba su abuelo– hacen de la música de MaRSJA una experiencia híbrida y diferente.

Inicios e influencias

“Empecé a producir y a hacer covers a los 11 años, durante la pandemia. Gracias a las clases de guitarra y piano aprendí lo que es teoría musical, haciendo lo mío y jugando con melodías conocidas y propias”, dice. Cuando llega el primer amor es cuando empieza la inspiración real y a componer más, debido a las experiencias de vida que poco a poco iban floreciendo.

“Me gustan Los Angeles Negros, Los Pasteles Verdes, Los Panchos, Los Tres Ases. Pero no solo escucho esa música, también me fascina el pop de Mac DeMarco, Tame Impala o Jorge Drexler, hasta el rock pesado”, declara cuando se le pregunta acerca de sus preferencias o influencias musicales. “Mis grandes referentes son The Beatles y The Beach Boys, quienes me marcaron inicialmente, hasta hoy”, afirma con seguridad. “Nick Drake (cantante de los 70) es uno de los que más me impresionan y uno de mis favoritos, al igual que Luis Miguel o Cristian Castro”. “Me gusta todo tipo de música, pero en especial las baladas setenteras, tienen mucho más sentimiento. Me interesa escuchar el origen de las agrupaciones o intérpretes a quienes admiro”, añade.

Dice hacer música en su habitación. “Puedo encerrarme horas componiendo, arreglando temas, analizando canciones que existen y me gustan. Ver cada detalle de esas producciones, es lo que realmente me llama”, cuenta.

Con una fuerte actividad en diversas plataformas digitales, MaRSJA tiene publicadas casi una veintena de canciones, entre propias y versiones muy personales de algunas clásicas del género. “No son solo covers, intento reinterpretarlas a mi estilo y hacerlas propias”, relata.

Temas que van desde un pop etéreo como ‘Sanar’ o la instrumental ‘Bosque espacial’, pasando por versiones electro pop como ‘Mañana‘, hasta canciones con influencias de la balada ochentera y edulcorada, ‘Mi niña’. Llega a sorprendernos con composiciones al mejor estilo bolerístico e intimista como ‘Dime’ o la más reciente ‘Celestialmente Paradisíaco’. Es decir, una personalidad musical ecléctica que con el tiempo y poca experiencia de este joven cantautor, demuestra una sorprendente madurez musical.

Solo es cuestión de escucharlo, y disfrutar de este recomendable viaje sonoro.